Hubiera
sido la toma numero 33, sobre una pelicula Kodak X-Pan, blanco y negro directemente
sobre el negativo. Hubiera sido también su sonrisa impresa sobre un papel maté,
porque no existe ni existirá un papel
brillante que sea compatible con el resplandor de su sonrisa.
Eso y sí mi
Pentax K-1000 estuviera entre mis manos en vez de mi bicicleta.
Aunque las
cámaras digitales, son cosa corriente desde hace más de una década, yo sigo utilizando
peliculas X-Pan o Ilford 100, que las tiendas especializadas en fotografía
tratan de rematar antes que la fecha de caducidad llegue a termino.
Así, desde
que la primavera se instaló en Montréal, yo aprovecho cualquier momento en que
la calle está acalorada para sacar mi bicicleta y mi Pentax K-1000, mientras
las mujeres aprovechan las mismas temperaturas
para vestirse de faldas y vestidos que vuelan con el viento del
norte.
La escena
que nunca tomaré en foto ocurrió un jueves por la mañana. La temperatura en la
ciudad era la ideal para rodar unos 95 kilómetros en bicicleta : nubes
para cubrir el sol, pero sin amenazar de lluvia. Eran las nueve y diez minutos
cuando abrí la puerta del departamento, mi casco puesto, mis lentes oscuros
(por suerte que los llevaba pues sino mis ojos serian quemandos por su sonrisa
tan brillante) y unos guantes sin utilidad en esos momentos de magia.
Al salir
por la puerta principal, mis ojos tocaron sus ojos y sus ojos tocaron mi corazón.
Pero lo que más me impresionó fue su sonrisa, que la ofreció sólo para mí en
ese precioso y preciso momento. Esa fue la foto que falle : una sonrisa que me fue dedicada a mí. Con un objetivo
de 135mm, mi Pentax K100 construida para la guerra, y unos datos que nunca
quisiera recordar.
La composición
seria algo fuera de las recomendaciones de mis maestros. Su silueta sería
dirigida hacia el ultimo tercio, como saliendo de la foto, de esa manera yo
podría manifestar que el instante estaba por perderse. Seguro que sería una
foto en color, de preferencia de Kodak, para poder guardar el tono de su piel bronceada
por el sol de una playa del mar Pacifico. Y si la foto es color, ella puede
bien incluir los geranios que florecen fuera de foco y su vestido de blanco
ligero con motivos amarillos y rojos tirando al pourpura.
Allí,la
perdí, en esa toma, mientras que yo arreglaba los controles de la K-1000, ella
mira al horizonte buscando otra mirada, otro cuerpo, con toda la superioridad
que ella misma llevaba con su paso firme y determinado, con su mirada que me
penetraba el corazón que me dejaba bien atrás. Así ocurrió otra Foto fallada.
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