samedi 5 janvier 2013

Una mirada que penetra el corazón



Hubiera sido la toma numero 33, sobre una pelicula Kodak X-Pan, blanco y negro directemente sobre el negativo. Hubiera sido también su sonrisa impresa sobre un papel maté, porque no existe ni existirá un  papel brillante que sea compatible con el resplandor de su sonrisa.

Eso y sí mi Pentax K-1000 estuviera entre mis manos en vez de mi bicicleta.

Aunque las cámaras digitales, son cosa corriente desde hace más de una década, yo sigo utilizando peliculas X-Pan o Ilford 100, que las tiendas especializadas en fotografía tratan de rematar antes que la fecha de caducidad llegue a termino.

Así, desde que la primavera se instaló en Montréal, yo aprovecho cualquier momento en que la calle está acalorada para sacar mi bicicleta y mi Pentax K-1000, mientras las mujeres aprovechan las mismas temperaturas  para vestirse de faldas y vestidos que vuelan con el viento del norte. 

La escena que nunca tomaré en foto ocurrió un jueves por la mañana. La temperatura en la ciudad era la ideal para rodar unos 95 kilómetros en bicicleta : nubes para cubrir el sol, pero sin amenazar de lluvia. Eran las nueve y diez minutos cuando abrí la puerta del departamento, mi casco puesto, mis lentes oscuros (por suerte que los llevaba pues sino mis ojos serian quemandos por su sonrisa tan brillante) y unos guantes sin utilidad en esos momentos de magia.

Al salir por la puerta principal, mis ojos tocaron sus ojos y sus ojos tocaron mi corazón. Pero lo que más me impresionó fue su sonrisa, que la ofreció sólo para mí en ese precioso y preciso momento. Esa fue la foto que falle :  una sonrisa que me fue dedicada a mí. Con un objetivo de 135mm, mi Pentax K100 construida para la guerra, y unos datos que nunca quisiera recordar.

La composición seria algo fuera de las recomendaciones de mis maestros. Su silueta sería dirigida hacia el ultimo tercio, como saliendo de la foto, de esa manera yo podría manifestar que el instante estaba por perderse. Seguro que sería una foto en color, de preferencia de Kodak, para poder guardar el tono de su piel bronceada por el sol de una playa del mar Pacifico. Y si la foto es color, ella puede bien incluir los geranios que florecen fuera de foco y su vestido de blanco ligero con motivos amarillos y rojos tirando al pourpura.

Allí,la perdí, en esa toma, mientras que yo arreglaba los controles de la K-1000, ella mira al horizonte buscando otra mirada, otro cuerpo, con toda la superioridad que ella misma llevaba con su paso firme y determinado, con su mirada que me penetraba el corazón que me dejaba bien atrás. Así ocurrió otra Foto fallada.

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